Luego de dos días de vistas la jueza Laura Taylor Swain deberá decidir si aprueba o no el acuerdo que proponen el Gobierno, la Junta y la Legislatura a los bonistas de COFINA. El Gobierno y la Junta han mantenido al público al margen de este proceso. No ha habido ninguna apertura a participación de los ciudadanos, aún cuando es nuestro dinero, son nuestros servicios y es el futuro de nuestros hijos e hijas y de nuestra Isla lo que está en juego. Todavía tú puedes expresar tu opinión a la jueza antes de que emita su fallo.
Escríbele a su correo electrónico: SwainDPRCorresp@nysd.uscourts.gov
¿Qué nos dicen los expertos sobre la reestructuración de COFINA? En pocas palabras todos coinciden que el acuerdo tal y como está es una receta al fracaso.
Adjunto resumimos la opinión de Martín Guzmán, el experto en reestructuración de deuda y colaborador del premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, quien conversó con un grupo de periodistas hoy en San Juan.
RECETA AL FRACASO
Lo que viene sucediendo en Puerto Rico durante el último año es preocupante. Mientras que el último plan fiscal ha revisado algunos de los supuestos en la dirección correcta, aún ofrece una visión excesivamente optimista del efecto que tendrán las reformas planteadas para el futuro de la isla. Y la peor parte es el acuerdo COFINA, el cual podría dejar a la economía puertorriqueña atrapada en una dinámica desestabilizante de recesión.
Mientras que los números del acuerdo COFINA han sido publicitados como un “ahorro”, la realidad luce menos color de rosas que lo que se ha sugerido. El acuerdo COFINA no es un simple intercambio de bonos viejos por bonos nuevos con menos valor. Los bonistas ganan con este intercambio en dimensiones importantes. Y eso sale del bolsillo de los puertorriqueños.
Primero, los nuevos bonos son más seguros, porque tienen otro seniority o prioridad para el repago. Mientras que los bonos viejos eran una combinación de bonos senior y junior, los bonos nuevos son todos senior. De modo que los bonos junior viejos son quienes supuestamente sufren el mayor recorte, pero están ganando en seniority. De hecho, el acuerdo redunda en un valor de recupero sustancialmente mayor que el que se esperaba en los mercados hace un año, como lo muestra el incremento de los precios de esos bonos.
Segundo, la estructura de pagos es tal que aquellos crecerán en el tiempo en una magnitud que difícilmente se pueda sostener. De $420 millones en el año fiscal 2019 a casi $1.000 millones en el año fiscal 2041. Esto no sería problema si la economía de Puerto Rico fuese a crecer proporcionalmente durante ese período, pero eso no es una expectativa razonable en las circunstancias actuales (ni la Junta piensa que eso vaya a suceder, como muestra el último plan fiscal).
Si este acuerdo es aprobado, la sociedad puertorriqueña pagará cerca de $33.000 millones a sus acreedores COFINA por un valor principal que antes de la reestructuración era de $17.800 millones. Y sobre todos bonos que serán senior, cuyos pagos deberían ser descontados a una tasa baja. Esto no parece constituir mucho ahorro.
La capacidad de pago de deuda que revelan tanto nuestros cómputos como los de otros autores que obtuvieron resultados similares utilizando metodologías diferentes, implica que la generosidad con los bonistas de COFINA no dejará casi nada para el resto de los acreedores. El acuerdo COFINA sienta un precedente peligroso. Si se acordasen términos similares con los tenedores de bonos de Obligación General, Puerto Rico estará forzado a declarar otro default o a sufrir recortes enormes en su gasto público que volvería a poner a la economía en un sendero de depresión de la actividad y de emigración en lugar de permitirle prolongar su recuperación. El rebote en la actividad está siendo la consecuencia de la expansión fiscal a la que está dando lugar la ayuda federal post María, y no de la austeridad fiscal. Esto es consistente con la noción de que Puerto Rico estaba en un régimen de demanda agregada insuficiente.
El proceso de reestructuración de deuda requiere de un enfoque abarcador de todas las deudas, en lugar de uno que vaya tratando de ir acomodando una a una las piezas sueltas. Esto no está ocurriendo. La Junta continúa apoyando demasiados pagos de deuda y demasiada austeridad, mientras muestra una fe excesiva en las virtudes de las reformas estructurales en una economía en recesión. Sobreestimar la capacidad de pago de la deuda es la receta para el fracaso. Es el camino para dejar al país con una carga impagable que mantenga niveles de incertidumbre que alejen inversiones, lo que eventualmente termina con otra reestructuración costosa. Hay evidencia a montones sobre las consecuencias negativas del camino que se está siguiendo. Si la deuda de Puerto Rico no se reestructura de forma apropiada, permanecerá en una trampa de crisis económica, de deuda, y de emigración.