El día después del paso del huracán María hubo una certeza: Puerto Rico no se parecería ya al país que todos conocemos. No solo por la devastación visible y el estado generalizado de emergencia, sino porque ante un golpe tan fulminante es inevitable asumir el reto de repensar y reimaginar a Puerto Rico. Las cosas no podrán ser ya como antes y urge comenzar a trazar esa ruta de reconstrucción a largo plazo. Esto, sin abandonar los esfuerzos comunitarios y gubernamentales, por mover al país de la fase de emergencia en la cual aún se encuentra un porcentaje altísimo de la población, sin acceso a servicios esenciales y sin recibir las ayudas que corresponden.