El controvertido proyecto que inició con la aprobación de la Ley Promesa hace poco más de dos años está atravesando un momento crítico que podría determinar su éxito o su fracaso. La Junta de Supervisión Fiscal y el gobierno todavía no están trabajando juntos con la unión de propósitos que presupone la Ley Promesa, y la confianza del público, tanto en la Junta como en sus gobernantes, no es lo que quizás sería si el proceso estuviera mejor encaminado.