Las empresas que cotizan en la bolsa de valores deben, entre otros requisitos, hacer públicos sus informes trimestrales. A través de estos informes, rinden cuentas a sus inversionistas y explican cómo comparan en relación a sus metas originales y que medidas existentes o nuevas van a utilizar para lograr tales objetivos. Lo mismo debería ocurrir con los gobiernos. Estos deberían rendir cuentas a los contribuyentes sobre donde está el país en relación a los planes originales y qué medidas existentes o nuevas estarían utilizando para lograr dichas metas. Una de las herramientas que se usa para delinear la gestión pública es el presupuesto. Esto sirve de ruta para identificar -mediante la asignación de fondos públicos- cuáles son las prioridades durante el año.
En Puerto Rico, conocemos -aunque de manera muy general- en qué invertimos, pero desconocemos cuál es el rendimiento social y económico de nuestras inversiones gubernamentales. Si queremos entender las prioridades del gobierno, el presupuesto y sus documentos deberían ser claros y transparentes demostrando cómo los recursos que se están invirtiendo pueden apoyar el bienestar socioeconómico de todas y todos.
En el año fiscal 2015-2016 la Oficina de Gerencia y Presupuesto (OGP) tenía asignado $12.6 millones y gastó $37.6 millones del Fondo General. El año fiscal 2016-2017 la misma agencia tenía asignado $11.9 millones y gastó $38.3 millones del Fondo General. ¿A qué se debe la diferencia entre lo asignado y lo gastado? ¿Qué política pública implantamos para tener estas diferencias? En un país donde la falta de información presupuestaria es común, no queda claro en que se invirtió ese dinero y cómo benefició a la ciudadanía. Ahora, para el año fiscal 2019-2020 se propone elevar el gasto presupuestario del Fondo General de esta agencia a $59.4 millones según el presupuesto presentado por el gobernador ¿Qué metas están atadas a este incremento?
Las puertorriqueñas y puertorriqueños tenemos derecho a saber en qué se pretender invertir el dinero público del país y qué metas están atadas a él. En Estados Unidos, cada agencia federal produce una variedad de metas de rendimiento. En Austria, cada programa de política pública en el presupuesto requiere de 3 a 5 metas de rendimiento incluyendo una que toque el tema de género. En Latinoamérica y el Caribe 9 de cada 15 países incluyen como parte de sus documentos presupuestarios metas de desempeño no financieros; 24 de cada 33 países que conforman la OCDE lo incluyen también[1]. Según las mejores prácticas de la OCDE un presupuesto transparente debe incluir[2]:
- Información de rendimiento – cuál era la meta, cuánto se gastó y cuáles fueron los resultados
- Información de rendimiento estandarizada – informes que estén estandarizados a través de las diferentes agencias y/o programas
- Información que relacione la estrategia a gran escala con metas a corto y medio plazo
- Información sobre el impacto presupuestario en diferentes sectores y grupos
Los presupuestos tienen la capacidad de cumplir con diferentes funciones. Dichos cómputos deben producir información que nos den a todas y todos un entendimiento sobre las decisiones que los gobiernos toman y sus repercusiones. Sólo así podremos entender si el dinero que estamos invirtiendo está siendo beneficioso para construir la sociedad que anhelamos.
[1]Panorama de las Administraciones Públicas: América Latina y el Caribe 2017. OCDE.
[2]Budget Transparency Toolkit. 2017. OCDE.