La semana pasada vimos el video de un policía agrediendo a una persona sin hogar hasta tumbarlo de la silla de ruedas que utilizaba. Un vecino del área grabó el acto en su celular. Se reportó que el hecho ocurrió en el estacionamiento del Walgreens de Santurce.
Miles de personas repudiaron el acto que a todas luces era completamente injustificado. Lamentablemente, más que otra “manzana podrida” de la Policía de Puerto Rico, sabemos que el abuso de la policía constituye un problema sistémico, estructural, en el que las violaciones de derechos a las comunidades más vulnerables se incentivaron durante años en ese Departamento y nunca se establecieron mecanismos efectivos y confiables de rendición de cuentas para evitar la brutalidad policiaca. Ese problema sistémico es la razón primordial por la cual la Policía de Puerto Rico se encuentra bajo una reforma federal.
El incidente de la semana pasada nos frustra, no solo por la actitud reprochable del oficial sino porque ya han pasado más de cinco meses desde que la Policía se retiró de la mesa de colaboración que durante medio año mantuvo con el Grupo Comunitario de Trabajo de la Reforma de la Policía (GRUCORPO).
¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?
Mucho. GRUCORPO es una coalición de individuos y organizaciones comunitarias que aprovechamos la coyuntura de la reforma de la Policía para exigir participación y promover una perspectiva de derechos humanos en la Uniformada. La Policía es el primer brazo del Estado ante la gente. Por eso, todos y todas debemos aportar a una transformación de ese cuerpo hacia uno profesional, comunitario y solidario en lugar de abusivo, represivo e ineficiente.
Parte de lo que GRUCORPO aportaba al proceso de Reforma es, precisamente, una serie de recomendaciones comunitarias para las políticas en desarrollo bajo la reforma actual. ¿Qué tipo de políticas? Órdenes generales mediante las cuales se establecen las reglas y parámetros que seguirán los oficiales para desempeñar su trabajo. Son políticas públicas y nos afectan a todas las personas que vivimos en este país y debemos interactuar con la Policía. Algunos temas son: manejo de casos de violencia doméstica, uso de fuerza, movilización de la Unidad de Operaciones Tácticas, registros y allanamientos, trato a personas transexuales y transgénero, intervenciones con pacientes de salud mental, entre muchas otras.
Aunque el policía que agredió a la persona sin hogar la semana pasada actuó arbitrariamente, sin ceñirse a los protocolos legales, es importante que organizaciones y comunidades como las agrupadas en nuestra coalición puedan aportar a tiempo y significativamente al desarrollo de estas políticas nuevas que regirán a la Policía del futuro para que no sigan ocurriendo episodios de abuso y violaciones de derechos como este.
¿Por qué la Policía no quiere que GRUCORPO colabore?
El Superintendente de la Policía ha manifestado que, para seguir compartiendo las políticas en desarrollo con GRUCORPO, sus miembros deben firmar un acuerdo con una clausula de confidencialidad. Su postura no es comprensible ni aceptable en un proceso de reforma que exige transparencia y participación comunitaria significativa. Lamentablemente, la Policía opta por mantener su habitual hermetismo y el control de todo proceso de relación con la comunidad.
GRUCORPO se compone de organizaciones interesadas en el tema de la reforma de la policía pero de ninguna manera podemos alegar representación de todas las comunidades en Puerto Rico. Es por eso que no estamos de acuerdo en prometer confidencialidad a la Policía. Por el contrario, nuestro rol es compartir la información del proceso de reforma con la mayor cantidad de personas posible e incentivar así la robusta participación comunitaria que necesita un proceso como este, que nos afecta directamente a todos y todas.
A pesar de que el pasado 18 de marzo el Juez Gelpí manifestó en corte abierta que no aceptaría un impase con GRUCORPO, el superintendente Caldero se ha mantenido en su postura de no compartir las políticas en desarrollo ni reunirse con los miembros del Grupo para hallar una solución.
Tanto los oficiales del Departamento de Justicia federal como el Asesor técnico de cumplimiento de la Reforma, Arnaldo Claudio, han manifestado que las políticas en desarrollo no contienen información confidencial de ningún tipo. De hecho, existen decenas de ejemplos de otras jurisdicciones en Estados Unidos donde la Policía comparte los borradores de sus políticas con toda la ciudadanía para recibir sus comentarios e incorporarlos previo a la última versión aprobada. Hasta en la prensa se discuten los borradores de las políticas tanto en Estados Unidos como en otros países.
No hay que tener un doctorado en Filosofía para saber que la Policía es una institución conservadora, resistente al cambio, con poquísima apertura hacia quienes no respondan a sus intereses y mentalidades. Además, tiene un serio problema de confianza entre la ciudadanía, lo que a nosotros mismos nos representa un gran desafío. ¿”Colaborar” con la Policía? Eso le suena sospechoso a mucha gente, en especial a organizaciones y personas que han sido críticas de la Policía y que incluso se han resignado a que ésta no tiene salvación posible.
Pero la reforma de la Policía está en marcha. Es una de las múltiples imposiciones federales a las que estamos sujetos los puertorriqueños y las puertorriqueñas desde 1898. Con sus virtudes y defectos, con todas sus contradicciones incluso, es una oportunidad tal vez única para transformar a la Policía de Puerto Rico. En Espacios Abiertos seguimos empecinados en garantizar la participación de organizaciones e individuos independientes en este proceso. Seguimos instando a la Policía a la apertura, al gobierno abierto y al diálogo. Un alto mando de la Policía reacio y cerrado a las críticas de las comunidades, difícilmente pueda dirigir un cambio de mentalidades tan profundo como el que es menester en una institución como esa.
Nos importa más de lo que nos duele
Constantemente me pregunto por qué la Policía -a decir verdad, nuestro Gobierno en general- alimenta esta perenne vocación abortiva. ¿Por qué es incapaz de capitalizar en las oportunidades positivas que tienen de frente? ¿Por qué esa insistencia en amputarse a sí mismos? En todo caso, ¿no debimos ser nosotros, las víctimas, quienes rechazáramos colaborar con una institución que tanto nos ha maltratado?
Sin embargo, no ha sido así. Estamos ahí porque, pase lo que pase, esa seguirá siendo la Policía de nuestro país. Porque el primer frente del Estado ante la gente no puede ser una amenaza, un trago amargo o temerario. Porque otra Policía tiene que ser posible si queremos un país desarrollado, moderno, libre de impunidad y respetuoso de los derechos de cada uno de sus residentes. Estamos y seguimos ahí porque es nuestro deber. Y porque nos importa más de lo que nos duele.
La autora está encargada del área de rendición de cuentas y transparencia de la Policía en Espacios Abiertos.