Navegar esta crisis requiere mirar a quienes ya han vivido algo similar. Recientemente, Espacios Abiertos y otras seis organizaciones visitamos Detroit para conocer lo que ocurrió allí luego del nombramiento de un ‘Gerente de Emergencia’ en 2013. Existen muchas diferencias entre Puerto Rico y Detroit pero hay patrones socio-económicos y dinámicas entre actores que son casi idénticas. Las lecciones allí aprendidas nos servirán para atravesar nuestra propia experiencia.
En Puerto Rico, al igual que en Detroit, diferimos de la definición de “éxito” para resolver nuestros problemas socioeconómicos. Algunos entienden que el “éxito” es lograr el cuadre de la chequera; que los gastos no sean mayores que los ingresos. A pesar de que estas personas entienden que se necesitan reformas estructurales y operacionales, no priorizan en ellas. Piensan que eso vendrá luego pues, en la inmediatez y “la crisis”, hay que “resolver” con medidas de reducción de gastos y aumento de ingresos. Sin embargo, en más de las 12 ciudades y jurisdicciones de Michigan que en los últimos 15 años han estado bajo la ley de emergencia, lo que se deja para luego, nunca ocurre.
Durante nuestra visita, ex-funcionarios de emergencia y asesores reconocieron que, además de atender la disciplina fiscal, si no se toman medidas para reducir la desigualdad, no habrá desarrollo económico sustentable y los problemas financieros continuarán. El Fondo Monetario Internacional ha expresado lo mismo acerca del impacto de la desigualdad en el crecimiento económico.
Sin embargo, seguimos implantando medidas superficiales para cuadrar la chequera, que en vez de sentar las bases para reducir ineficiencias estructurales y aumentar oportunidades para los residentes del lugar, los perjudican y no logran las reformas necesarias para impulsar el desarrollo. Decisiones drásticas, especulativas y mal fundamentadas simulan reformas pero, en muchos casos, sus efectos tienen consecuencias fatales. Lo vemos en el ejemplo de Flint que por ahorrar en el costo de suministrar agua potable, su gerente de emergencia ordenó que se cambiara la fuente de agua a una que corroyó las tuberías y envenenó con plomo a sus residentes.
Al final, toda decisión para cuadrar la chequera gubernamental impacta a la gente. Sobre todo a los más vulnerables por razones económicas, educativas o de salud, que son la mayoría. Las decisiones que tomemos son un reflejo directo de cómo valoramos o despreciamos la vida. Si algo aprendimos en Detroit es que hay visiones opuestas e irreconciliables pero, forzar que se reconozcan y proveer espacio a ambas en la discusión pública y la toma de decisiones, es indispensable. Hay que atender la situación fiscal con urgencia pero no con prisa ni desdén hacia nosotros mismos.
Esta columna fue publicada en la versión digital de El Nuevo Día el 18 de enero de 2017.