Cuándo terminará la emergencia salubrista y cuánto tomará la recuperación económica, es incierto. Si es seguro reabrir o no, también, es incierto. Nadie sabe si ya llegamos o pasamos la curva. Lo que sí sabemos es que desde el 23 de abril el gobierno dejó de informar la cantidad de pruebas negativas. Hay caos en los números. Sin pruebas y rastreos, estamos a oscuras.
Por otra parte, el nuevo plan fiscal presenta también caos en los números. Las caídas en las proyecciones del Producto Nacional Bruto real, y las consecuentes reducciones en los superávits fiscales primarios que plantea el plan fiscal que publicó la Aafaf, requieren acciones contundentes por parte del gobierno y la Junta de Supervisión Fiscal.
Consideramos positivo que por primera vez el gobierno aborde en un plan fiscal la austeridad, aunque su presupuesto de postergar la medicina marga no represente esperanza para el futuro de la economía. A qué responde este cambio en postura ¿emergencia Covid? ¿elecciones? ¿por qué retrasar la aplicación de unas medidas que no han funcionado en Puerto Rico, igual que no han funcionado en ningún otro lugar? ¿por qué no eliminarlas?
Sin duda, la crisis de Covid-19 ha acelerado el efecto de lo que llevamos señalando desde Espacios Abiertos con datos y el eco de los mejores economistas del patio y del mundo.
- la austeridad no estimula el crecimiento económico;
- los planes de ajuste aprobados, basados en proyecciones ultra optimistas, harían insostenible el pago de la deuda en cuestión de tiempo;
- Puerto Rico necesita un alivio de deuda mayor al acordado.
Organizaciones supranacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial concuerdan en que la crisis del “gran confinamiento” provocará la mayor desaceleración económica desde la Gran Depresión de 1930. Esto ha propiciado intervenciones de emergencia en el área de política fiscal, como son los paquetes de estímulo económico, y en el área de política monetaria con intervenciones coordinadas de los bancos centrales y los mercados financieros. Ejemplo de ello son: el estímulo fiscal de $2.3 trillones que aprobó EEUU a través del CARES Act, y la autorización de compra de activos financieros por la Reserva Federal de hasta $4 trillones.
Otra medida sin precedentes, es la propuesta del G20, donde los países acreedores han acordado la posposición por 12 meses de $20 billones en deuda pública. ¿Y por qué sale esa propuesta del acreedor, cuando parecería que eso va en contra de sus propios intereses?
La contestación es simple. Los alivios necesarios que generan en el tiempo los pagos de una deuda sostenible no solo benefician al deudor, que enfrenta una situación económica adversa, sino que favorecen también el futuro bienestar económico del acreedor.
En su escrito más reciente nuestro analista sénior de política pública, Daniel Santamaría Ots, hace un análisis sobre el efecto de la pandemia en la deuda pública y cómo el nuevo plan fiscal interpreta la situación para Puerto Rico. Acceda aquí el estudio, presentación y resumen de Espacios Abiertos que recomienda:
- que se solicite de inmediato a los acreedores de la deuda pública de Puerto Rico una moratoria o “standstill” de no menos de un año, lo que supondría una suspensión temporal de los pagos actuales;
- que se realice y publique un análisis de sostenibilidad de la deuda pública que incluya los efectos de la pandemia en el largo plazo;
- la culminación de los estados financieros auditados para los años 2017, 2018, y 2019;
- y el desarrollo de un plan macroeconómico realista y plausible
Vivimos tiempos de mucha incertidumbre, pero algo cierto es que, en o antes del 30 de junio de 2020, se aprobará el presupuesto para el AF 2020-2021.