¿Quiénes tienen impregnado nuestro mapa de necesidades?
Logro montarme en el primer vehículo que sale para La vuelta del dos atisbado de compra y cajas de agua. La vuelta del dos suena musical, como una vieja canción de Maelo o El Gran Combo. Pero no. Se trata de uno de los barrios más rezagados y olvidados, no solo de Comerío sino de Puerto Rico. Ana, Paloma, Carlos, otra voluntaria muy jovencita y yo vamos armados con una libreta que contiene un par de listas y notas escritas a mano. Ahí están apuntados los nombres de varias familias a las que tenemos que llegar con nuestras compras, agua y varios sobres con dinero en efectivo, donativo del Puerto Rico Recovery Fund. Este donativo particular lo canalizamos con la ayuda de Proyecto MATRIA, que identificó las comunidades de Comerío y Orocovis para ello. Para el operativo en Comerío, la organización incorporó al Centro Juana Colón de ese pueblo, un lugar donde hay muchas mujeres trabajando, clasificando alimentos, organizando voluntarios y, entre cosa y cosa, nos dan un juguito de china frío a todos los presentes, producto de gran valor en estos tiempos.
Vamos en busca de unas personas en específico para entregar nuestros sobres con dinero: Doña Iris, paciente diabética; doña Blanca, madre de una muchacha encamada; don Eladio, paciente de Alzheimer. Entramos al barrio y Ana Reyes, comerieña, voluntaria del Centro y líder natural de nuestro pequeño grupo, nos lleva hasta la primera casa. En efecto, tal y como lo anticipaba nuestra lista, ahí está doña Iris, junto a su esposo y su hija. Nos sentamos a explicarle quiénes somos, lo que le traemos, escuchamos sus anécdotas, anotamos sus datos para llevar un registro de la entrega de los recursos. Culminado el trabajo con doña Iris, nos toca ir donde doña Blanca pero resulta que está trabajando. Ella es conserje. “No se preocupen que Elizabeth, su hija, sí está y ella es de absoluta confianza”, autoriza Ana. “A ella podemos dejarle lo de doña Blanca y su hija, la muchacha encamada”.
La exactitud de esta información; es decir, esta certeza de salir a buscar a doña Blanca y encontrarla más tarde a lo lejos llegando a pie de su trabajo. Ir por su hija, la muchacha encamada, entrar a la casa y hablar con ella. Procurar a Don Eladio, paciente de Alzheimer, y encontrarlo también. El conocimiento eficiente y preciso de que el dinero de tal persona incapacitada debe dejársele a tal familiar que es la más responsable, eso solo lo tienen las organizaciones comunitarias; las que sirven a poblaciones locales que todos los días subestimamos, olvidamos y despojamos de recursos. En momentos de urgencia como estos, esas pequeñas y grandes organizaciones son las únicas con el conocimiento y la capacidad de evaluación rápida de las necesidades de una comunidad.
Nosotros en el Puerto Rico Recovery Fund creamos el fondo, recaudamos el dinero, recibimos los donativos, identificamos y apelamos a las organizaciones comunitarias más capacitadas para que nos sirvieran como centros de distribución o como gestoras de donativos. Les hacemos llegar los suministros pero sabemos que son ellas las que tienen el mapa profundo y detallado de las necesidades de la gente. PECES, Proyecto Matria, Sor Isolina Ferré, Boys & Girls Club, Taller Salud, Casa Pueblo, las Iglesias Bautistas, Misión Rescate, Para la Naturaleza, entre muchas otras, son las que se han crecido en este proceso. Las que, con su trabajo constante durante décadas, han creado vínculos directos, auténticos, indisolubles con la gente de un pueblo y sus vecindarios.
En el nuevo Puerto Rico que queremos construir, tenemos que contar con estas organizaciones en la primera línea de acción. Siempre han sido vitales para nuestras comunidades pero, después del Huracán María, a nadie puede quedarle duda del lugar central que deben tener en nuestro país.