La versión más reciente del Plan Fiscal del gobierno central, que debería determinar el futuro de Puerto Rico y dar algún grado de certeza a los ciudadanos, negocios e inversionistas para que apuesten a la moribunda economía de la Isla, está construido sobre proyecciones económicas totalmente incompatibles con la experiencia histórica de los lugares que han sido destruidos por huracanes en Estados Unidos y el mundo.